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Rabia

Así como en los años 2007-2008, la economía les cobró caro los devaneos de las políticas económicas a los países desarrollados, que se creían inmunes a tanto desafío, ahora le tocó el turno a la política de los EE. UU. confirmar que su democracia puede responder al desplante derivado del claro desentendimiento sobre el resultado electoral que, por un lado marca como vencedor al candidato demócrata Joe Biden, mientras por otro el presidente Trump cuestiona la legitimidad de los resultados al denunciar la existencia de “supuestos fraudes” hasta ahora no especificados ni sustentados.


Obviamente, la sola afirmación de hechos irregulares ha conmovido a esa sociedad y al mundo democrático pues no hay antecedentes de esta naturaleza ya que ha sido la confianza acompañada por la descentralización de los controles electorales y su transparencia los ejes permanentes de estos procesos. Hasta ahora era tradicional ver al candidato perdedor reconocer su derrota aún antes de concluir el proceso legal de conteo de votos, aceptando la información recolectada con suficiente mayoría en los 50 Estados y en el DC, transmitida de manera directa por los medios de comunicación. Hoy, aquello dejó de ser la usual y la transición camina sin el entendimiento del bipartidismo político.


Lo cierto es que el presidente Trump anticipó esta posibilidad si el resultado no le favorecía, confirmando de esta manera la forma confrontacional de su gestión. Precisamente, en una de las entrevistas que le realizó Bob Woodward (famoso periodista de Watergate) para la publicación de su último libro “Rage” (Rabia, traducción personal), reconoce que así es como conduce sus decisiones. No hay duda de que la derrota parece ser existencial con su forma de ser y no repara en hacer uso de cualquier medio para desterrar la imagen de un líder fracasado y desconocido por la mayoría de los estadounidenses, que a lo mejor lo conseguía al reconocer con adhesión democrática el resultado electoral


Sin embargo, todo parece indicar que la victoria demócrata terminará siendo respetada, aunque habrá incidentes que buscarán empañarla. Mientras tanto, en las primeras apariciones de Biden como presidente electo, demuestra su experiencia al mantener una serenidad contrastante que ojalá le sirva para reconstruir la unidad perdida con políticas mas inclusivas, así como el retorno de la institucionalidad democrática.


De cualquier manera, a los efectos de nuestro país y sus intereses, es justo reconocer que, durante la gestión de Trump, las buenas relaciones entre Ecuador y los EEUU nos ayudaron a resolver problemas vitales de alta complejidad.


Colaboración

Diario El Comercio

13-11-2020

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